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Historia
Historia
Antecedentes
El origen del transporte público urbano colectivo, tal y como lo conocemos hoy, lo encontramos en la ciudad francesa de Nantes en la que, allá por el año 1826, el empresario Stanislas Baudry puso en marcha la primera línea urbana regular de transporte de viajeros mediante vehículos colectivos para más de nueve pasajeros.
En esa época, Baudry inauguró en el barrio de Richebourg, a las afueras de Nantes, un establecimiento de baños públicos de vapor. Tratando de rentabilizar este establecimiento, que se encontraba un tanto alejado del centro de la ciudad, y atraer a más clientela, Baudry creó un servicio de transporte con un carruaje tirado por caballos especialmente equipado para 16 pasajeros, con el rótulo “Bains de Richebourg”. Este servicio era gratis y funcionaba en horarios regulares entre la plaza Port-aux-Vins de Nantes y el balneario. Poco después de su puesta en marcha, Baudry detectó que muchos usuarios tomaban este servicio simplemente para ir de un distrito a otro de Nantes, sin ir a los baños, lo que le hizo pensar que una empresa de transporte público podría resultar rentable.
Puede que Baudry se inspirase, para la invención de este primer sistema de transporte público, en la iniciativa de un armador de la misma ciudad que estableció con anterioridad a 1826 un servicio de transporte regular para sus empleados entre Nantes y su oficina de aduanas. O quizá copió la idea de John Greenwood empresario de Manchester que en 1824 estableció un servicio regular de carruajes con capacidad para ocho o nueve personas entre Manchester y la pedanía de Pendleton.
Sea como fuere, en Manchester o en Nantes, en 1824 o en 1826, los primeros e incipientes sistemas de transporte público urbano, germen y origen de las actuales y complejas redes de transporte público de las grandes urbes, tienen un denominador común: nacen en la tercera década del siglo XIX en ciudades europeas industrializadas y surgen como iniciativas privadas para dar respuesta a necesidades muy concretas de transporte (más de índole comercial y empresarial que social). Así, nos encontramos con líneas regulares de carruajes (u ómnibus, como empezaron a llamarse después, vocablo del que derivaron las palabras autobús o trolebús) que se establecen para transportar a los trabajadores o clientes de una determinada actividad comercial o empresarial; no son, pues, en sus orígenes, servicios establecidos por las administraciones públicas para el beneficio general de las ciudades y sus habitantes.
Sería casi 50 años después, en 1871 cuando Madrid inauguraba su primer servicio regular de transporte público colectivo: la línea de “tram-vía” (así se denominó en un inicio) entre la Puerta del Sol y el barrio de Salamanca (calle Serrano). Era un 31 de mayo cuando los primeros 24 coches de tracción de sangre (es decir, carruajes tirados por caballos o mulas) empezaban a prestar servicio en ese itinerario. En octubre de ese mismo año, la línea se prolongaba por el Oeste hacia el barrio de Pozas (actual Argüelles).
En 1877 llegarían a Madrid los primeros tranvías de vapor (en la línea a Leganés y los Carabancheles) y en 1898 comenzaba la electrificación de la red tranviaria de la ciudad. Hasta 1919, año en que se inaugura la primera línea de la Compañía Metropolitano de Madrid entre Sol y Cuatro Caminos, el tranvía fue dueño y señor y único actor en el tablero del transporte público madrileño. Durante casi medio siglo -48 años exactamente- los tranvías, explotados por infinidad de compañías, reinaron en las calles madrileñas.
La llegada de la primera línea de Metro fue el inicio de un nuevo equilibrio en la prestación de los servicios de transporte público en Madrid. Sin embargo, en esa incipiente etapa, el ferrocarril suburbano aún no era competencia ni representaba amenaza para la potente red de tranvías madrileños.
Tres años más tarde, en 1922, un tercer actor aparecerá en el universo del transporte colectivo madrileño: el autobús. Los primeros pasos para crear una red de autobuses en Madrid se dan en 1920, un momento aparentemente poco oportuno porque acababa de inaugurarse la línea 1 de Metro. Además, en ese año, las relaciones entre el Ayuntamiento y la empresa concesionaria de tranvías, en manos de capital belga, no pasaban por su mejor momento y, como las concesiones de Metro y de tranvía dependían del Estado, el Ayuntamiento quiso gestionar su propio sistema de transporte.
La llegada del autobús a Madrid fue azarosa y efímera. El 9 de octubre de 1922 arrancaba el primer itinerario de este servicio, concesionado a la Sociedad General de Autobuses de Madrid (SGAM), entre la Red de San Luis y Atocha; esta primera línea de autobuses se donimó con la letra A y se prestaba con vehículos Tilling Stevens. Pero el servicio de autobuses no era bien visto ni por los madrileños (constantes avería y modificación de rutas) ni por la competencia… en 1926, una guerra de tarifas entre operadores, hirió de muerte a este servicio y la SGAM quebró en febrero de 1927. Los autobuses, que habían sido el último medio de transporte público urbano en llegar a Madrid, desaparecen cinco años después de su aparición. Y no volverían a las calles de la capital hasta el año 1933.
En noviembre de 1920, a la par que se gestaba esa primera y efímera red de autobuses, nacía la Sociedad Madrileña de Tranvías (SMT) heredera de la Sociedad General de Tranvías surgida en 1899 con las primeras líneas electrificadas. En mayo de 1932, el Ministerio de Obras Públicas otorga a la SMT una concesión para explotar un servicio de autobuses en zonas no urbanizadas de la ciudad. Los autobuses volvían a recorrer las calles madrileñas y, cuando avanzaba el año 1933, el Ayuntamiento aprueba las bases de un Convenio con SMT que regulará el futuro del transporte y sus concesiones en Madrid, creándose la “Empresa Mixta de Transportes Urbanos”. En resumidas cuentas, el Ayuntamiento recupera todas las concesiones de tranvías y autobuses existentes en ese momento en la capital.
Y en 1947, como consecuencia de la resolución y bases de liquidación del convenio de noviembre de 1934 de creación de la Empresa Mixta, nace la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT).
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